MONTAÑA DE LIBROS DE MONTAÑA DE TODAS LAS MONTAÑAS PARA GENTE DE MONTAÑA
Guía de Trekking del Valle de Punilla, Córdoba. Autor: Jorge González
Aquí reúno los relatos de varios años de andar principalmente en la región del Valle de Punilla, en las Sierras Chicas. En ellos vuelco datos para que otros puedan internarse en estos paisajes en los que yo compartí la fatiga de la marcha, la lluvia en algunos casos, el sol del verano, los atardeceres y los altos filos que excitaron nuestros corazones. Incluyo los nombres de quienes me han dado su conocimiento sobre lo que fueron nuestros pueblos en otro tiempo, modos y costumbres, prácticas del campo o simplemente breves pasajes de sus vidas. Es un modo de documentar valores históricos y paisajísticos a través de esos testimonios a los que rindo homenaje. Pero aún más trascendente para mí, es el profundo agradecimiento que siento al hecho de haber podido conocer estas sierras, vincularme con sus rincones y sus tonos, sus cambios y criaturas, sus ríos y cuestas; en definitiva, con lo que me dio otro significado para la comprensión de mi destino, de este viaje lleno de tinieblas que a veces parece la vida. En resumen, están aquí los senderos que recorrí, consciente de que no me pertenece más que la suerte de haberlos caminado y seguro de que nunca veré los más hermosos: aquellos en donde jamás, ni yo ni nadie, dejará sus huellas.
Hace once años y acompañando un DVD con casi dos horas de imágenes, llevé adelante la edición de la que llamé “Guía de Turismo Alternativo del Valle de Punilla” y quedó totalmente agotada. Ahora gracias a Gerardo Coccio titular de la editorial “De Todos los Mares” podemos contar con esta reedición jerarquizada y actualizada por haberse interesado en el proyecto y hacerlo realidad, con una resolución gráfica de excelencia. Por supuesto tengo que agradecer a los senderos y la fortuna de haberlos podido caminar y genuinamente a todos los que me han enseñado en ese tránsito y que son a quienes dedico este libro, “a los que me han indicado el camino”.
En La Cumbre, el lugar en donde vivo, me han acompañado a la presentación de este libro en el Centro Cultural Emilio Caraffa y debo mi agradecimiento en nombre de Francisco Capdevila a la Dirección de Cultura por su apoyo y en nombre de Esther Manco a la Sociedad de Escritores de La Cumbre a la que me da satisfacción pertenecer y por último y especialmente, a quienes se acercaron a compartirlo.
Yo deseo contarles como se construyó este libro. Es decir, en que se basa su contenido, que lo inspiró y hasta me permitiría decir cómo se hace un relevamiento de estas características. Acá están reunidos 20 años de caminar senderos de estas sierras y principalmente del Valle de Punilla. La mayoría de esos recorridos los documentó con su cámara y su sensibilidad Darío Durban autor de la mayoría de las fotos que lo ilustran y Sergio Cepeda para el canal local de televisión. Describo un recorrido acudiendo a un lenguaje que intenta ser descriptivo de los principales accidentes y referencias, de modo que un visitante que sepa “leer” la montaña pueda realizarlo. Por supuesto no se puede describir metro a metro un recorrido pero si hacer mención de sus características o accidentes naturales más notables para orientarse. Yo no utilicé tecnología, no doy puntos de ubicación tomados con un posicionador satelital. Yo escribo lo que veo y acudo a cierto oficio ganado con los años en el tema.
Por eso mis croquis o mapitas dibujados a mano, siguen la línea que además de lo decía sobre un “modo” de describir un recorrido interpretan un “espíritu” que también intento esté volcado en este libro. Estimulo más a los sentidos que al GPS. El editor los respetó y están volcados en estas páginas. Es necesario y así lo hago en las primeras páginas, una presentación del valle y sus accesos, una descripción de la naturaleza de la región, así como las características generales de lo que se ha dado en llamar “turismo alternativo” con recomendaciones sobre el equipo y la alimentación en cada época del año y la calificación que hago de los circuitos de acuerdo al grado de dificultad que presentan.
Luego entramos de lleno a la descripción de los recorridos por localidad y esta edición me ha permitido hablar del proyecto de declarar área protegida a la zona del río Pintos, algo de la escalada técnica en roca en la zona de Mogotes y Paredones en Capilla del Monte e incluir el Parque Nacional Quebrada de Condorito dado la importancia que tiene a nivel internacional. Por último una selección de circuitos está al final traducidos al inglés. Los elementos de esa descripción en definitiva son los que permitan la correcta lectura del paisaje y sus principales dificultades y características. Todo aquello que tenga que ver con la historia de los sitios siempre lo menciono porque agrega valor al circuito. Finalmente cada circuito esta resumido en lo que llamo una “ficha de dificultad” en la que hago mención a las horas normales que requiere y el esfuerzo que yo mismo he clasificado y defino en la presentación. La Asociación Argentina de Guías de Montaña ha tomado como válida esta calificación de los circuitos que describo como fáciles, moderados, fuertes o difíciles.
Sin embargo en el terreno, a veces hay otro idioma y suceden cosas que intentaré ilustrar contando una anécdota. En los tiempos de formación de guías en la Universidad de Córdoba que después iban a ser evaluados por la Asociación Argentina de Guía de Montaña, los alumnos tenían que hacer la experiencia práctica de guiar al resto y nosotros les dábamos pautas generales. Por ejemplo les decíamos que tenían que “subir la ladera de la sierra hasta alcanzar un col, pasar al otro lado y bajar al fondo del valle hasta el río y seguir aguas arriba hasta encontrar un afluente y un sector llano para acampar”. Los instructores nos sumábamos al resto del grupo y nos dejábamos llevar. Pero también les decíamos a los “alumnos guías” que hablaran con la pobladora que vivía un poco más abajo del punto de partida. Lo hacían y le preguntaban cómo llegar a ese punto que le habíamos indicado. Y la mujer les decía “Hay que ir hasta el abra, donde hay un tala, allí abajito a la quebrada hasta la junta y al fondo está la pampa”. Es decir, también hay un lenguaje propio del hombre nativo que hay que saber interpretar. El estrictamente geográfico lo defino en lo que llamo un “glosario”.
Por último, existe otro lenguaje: el de las emociones, algo que claramente es más subjetivo. Esta vez me animé a volcar éstos que podemos llamar poemas y que intentan trasmitir no lo que son los accidentes naturales, sino lo que me trasmiten. En realidad, el solo nombrarlos conforman un hecho poético. Decir que el río corre al fondo del valle, que los horizontes están ondulados por las sierras, que las pircas parecen costuras, que los pastizales en lo alto se mueven como un mar, que las sombras crean formas mágicas, constituye en sí mismo un hecho poético.
Esta geografía que permite llegar sin esfuerzos superlativos a rincones de gran belleza y muchos de ellos todavía no pisados por el turismo masivo, permite además, trabajar todo el año con sus cambios de clima y de tonos en el paisaje. Sin duda ha crecido la demanda de este tipo de recorridos y ha crecido en consecuencia, la oferta que le da respuesta, con guías cada vez mejor preparados y equipados. De la mano de esta realidad, debe crecer también la conciencia del cuidado y del respeto hacia estos paisajes y esta naturaleza que tenemos tan cerca. Todo lo hecho me llevó a una reflexión final: el mirar lo andado hace que no me angustie por los senderos que no caminaré o no conocí, sino que me recuesto en el placer de lo que he andado. Así es la vida. Un sendero.
La escala de estas sierras y por ende sus dificultades, es bastante “humana”. Las condiciones climáticas por su altura y las distancias a centros poblados, hacen que resulte inusual una situación extrema aún en caso de extravío. Esto no debe alentar el error de subestimar este terreno. En los lugares menos transitados, se choca con el monte bajo y espinoso que es realmente un obstáculo serio. Es difícil hallar agua y menos aún en faldeos y filos altos. En los pastizales, es necesario tener precaución con las víboras venenosas: yarará, cascabel y coral. Los elementos naturales ante los que hay que protegerse son el sol y el frío, acentuado este último en el caso de haber fuerte viento. En senderos poco transitados es conveniente dar aviso en las Secretarías de Turismo. Se debe informar de las características del grupo, el objetivo que se plantean y el tiempo estimado en regresar. Esto facilita una eventual acción de búsqueda o socorro. Se hace imprescindible gestionar un permiso de paso en el caso de tener que transitar por propiedades privadas. Es interesante consultar los mapas y tener una ubicación general de la montaña y sus alrededores antes de incursionar en los senderos más apartados. Se debe caminar con lentitud pero de forma continuada y adaptando el ritmo a la marcha del más lento. Siempre hay que salir con el suficiente margen de tiempo que permita regresar con seguridad si es necesario. La zona carece del efecto del apunamiento de forma acentuada. Hay que recordar que la energía que más necesitamos para el tipo de esfuerzo que vamos a hacer, está en los azúcares que, además, tienen una asimilación rápida por parte del organismo. Es conveniente comer liviano y beber pausadamente, en sorbos pequeños, agua no muy fría y todo lo que requiera el organismo.
Los circuitos o paseos en la naturaleza que realizamos, los calificamos en fáciles, moderados, fuertes o difíciles a fin de adecuar el más conveniente a cada grupo.
Son fáciles aquellos que se realizan en 1 hora y media o 2 de marcha y el terreno no tiene desniveles considerables. No requieren de una preparación física particular ni el empleo de equipo especial. Son de acceso y salidas simples y no exponen al grupo a obstáculos de consideración.
Los moderados ya exigen un esfuerzo de 4 a 5 horas en total y el terreno tiene desniveles que suponen otra preparación en el grupo y también una actitud acorde a ese esfuerzo.
Los fuertes están en función de las horas de marcha (6 a 8 horas en total) y están orientados a grupos con experiencia en transitar en este tipo de terreno y los difíciles merecen ese calificativo por las características del terreno y sus accidentes naturales, desnivel, altura, cruce de ríos, vegetación cerrada y otros.
Cerro Uritorco-Puesto de Pavón-Cerro Minas-Cruz Chica
La propuesta es subir por el sendero normal de ascenso al Uritorco, hasta La Pampilla y continuar hacia arriba hasta donde el sendero hace un largo faldeo debajo de un filo y toma a la izquierda para entrar a la parte final del ascenso a la cima. Allí abandonamos el sendero clásico para alcanzar el filo a nuestra derecha y desde lo alto tener la visual de la ladera Este y el valle de ese lado. Vemos el Cerro Minas en frente y, abajo a la derecha, el puesto de Pavón en una nutrida arboleda. Desde el filo del Uritorco se puede bajar claramente al puesto ya que se divisa el sendero un poco tirado a la izquierda. Serpentea en forma suave y luego va hacia la derecha, se cruza el arroyo Quebrada de Huertas Malas y luego el Arroyo de Las Minas, casi en las cercanías del puesto. Esta travesía, requiere de un campamento intermedio y de la gestión de aviso ante Carlos Pavón en el caso de hacer uso de su puesto o bien de caballos para el descenso hasta Cruz Chica.
Al día siguiente, aproximadamente en línea recta desde el puesto, tomamos el sendero que lleva al Cerro Minas. Dejando a la izquierda el cauce del Arroyo de Las Minas, alcanzamos la base de la ladera que es la más escarpada y está orientada al Sur. Hacia la derecha, se encuentra el muy antiguo puesto “de los mineros” también propiedad de Pavón y que fuera utilizado en la explotación de wolfrang, la principal riqueza mineral de este cerro. Hay que ir hacia la izquierda y ganar altura para realizar el ascenso por la cara Norte siguiendo la línea de su filo hasta la cumbre de 1830 m de altura. La bajada, se puede hacer por la cara Sur que es más empinada. Habiendo coordinado esto previamente, es posible volver a caballo desde el puesto por el antiguo camino que termina en Cruz Chica y tiene 27 kilómetros de extensión.
Ficha: Del filo al puesto se tarda una hora y media. El primer día es una jornada de al menos 4 horas y media. Del puesto a la base del Cerro Minas se emplea media hora. El ascenso y la bajada lleva un total de 2 horas.
Está en el aire
en los huecos de la piedra
en el calor que abunda
en las espinas.
Se queda en las barrancas de tierra
en la soledad del hombre
y de los perros.
Allí está la leyenda
que se llevan los cóndores
hasta lo alto
y la dejan caer
por los salvajes
saltos de agua.
El camino a El Hueco, lo tomamos a la altura del balneario Aguas Azules en Capilla del Monte. Hay una tranquera de acceso que deja a la derecha la casa de la familia Argañaraz. El camino conduce hasta el puesto principal de la estancia. Se nota desde lo alto, un llano muy marcado, un verdadero “hueco” rodeado de montañas que es lo que ha dado el nombre al lugar. En cuanto a las cascadas, para ir a su encuentro la marcha se inicia bajando las aguas del llamado Arroyo del Medio que nace allí como apenas un hilo de agua y va ganando caudal con el aporte de afluentes hasta originar el salto de agua que es motivo de este recorrido. Seguimos el curso del arroyo con un rumbo aproximado hacia el Suroeste. La primera parte corre encajonado entre altas barrancas de tierra y luego por un terreno de grandes bloques al tiempo que aumenta la vegetación baja y cerrada y dificulta la marcha. En un punto donde se ve otro brazo, hay que seguir el de la derecha, buscando sortear la vegetación y largas piletas naturales. Por el encastre de enormes bloques, se ha formado una suerte de “cueva” invadida de helechos gigantescos y luego, una especie de “cajón” que por una decena de metros embalsa el agua del arroyo y anticipa, a su salida, la cercanía de la caída de agua hacia la abrupta quebrada. Al superar un alambrado, se ingresa a la propiedad “La Fronda”. Hasta la cascada, se tardan unas 3 horas, superando un terreno trabajoso y exigente sin senderos claros y metidos en la vegetación en varios tramos del recorrido.
Una vez en la cascada iniciamos el descenso con rappeles y utilizando anclajes naturales. Hay que tener mucho cuidado al transitar sectores de lajas sueltas y con el roce de la soga en algunos extraplomos y su recuperación. Finalmente se alcanza un punto de vivac, privilegiado por la protección de un enorme bloque, arena para las colchonetas y leña para cocinar. Hay que superar unos 70 metros de paredes verticales y otros 50 de desnivel hasta el cauce del arroyo, lo que hace unos 120 metros desde el inicio de la caída. Desde allí caminamos una hora para salir al camino del Pintos frente a la entrada de la Estancia La Fronda y 12 km para llegar al vado. La quebrada por donde corre el arroyo que viene de El Hueco hacia el Río Pintos, también se conoce como Quebrada de las Trancas y el mismo se le da al arroyo. Se le llaman “trancas” a las trampas que el poblador le pone a los pumas en los cercos de ramas, dejando un “paso” por el cual el “león” se confía a saltar sin sospechar que al oro lado está la trampa. Otros nombran al arroyo como “Arroyo del Hueco”.
Ficha: Es un circuito fuerte si se hace en un solo día, lo recomendable es un campamento en El Hueco. Por supuesto esto se atenúa si hasta El Hueco se accede en vehículo. Requiere autorización para el ingreso. El recorrido hasta la cascada, aconseja ropa fuerte y machete. Es para gente con experiencia en las maniobras de descenso con cuerdas.
Guía de Trekking del Valle de Punilla, Córdoba. Autor: Jorge González
Aquí reúno los relatos de varios años de andar principalmente en la región del Valle de Punilla, en las Sierras Chicas. En ellos vuelco datos para que otros puedan internarse en estos paisajes en los que yo compartí la fatiga de la marcha, la lluvia en algunos casos, el sol del verano, los atardeceres y los altos filos que excitaron nuestros corazones. Incluyo los nombres de quienes me han dado su conocimiento sobre lo que fueron nuestros pueblos en otro tiempo, modos y costumbres, prácticas del campo o simplemente breves pasajes de sus vidas. Es un modo de documentar valores históricos y paisajísticos a través de esos testimonios a los que rindo homenaje. Pero aún más trascendente para mí, es el profundo agradecimiento que siento al hecho de haber podido conocer estas sierras, vincularme con sus rincones y sus tonos, sus cambios y criaturas, sus ríos y cuestas; en definitiva, con lo que me dio otro significado para la comprensión de mi destino, de este viaje lleno de tinieblas que a veces parece la vida. En resumen, están aquí los senderos que recorrí, consciente de que no me pertenece más que la suerte de haberlos caminado y seguro de que nunca veré los más hermosos: aquellos en donde jamás, ni yo ni nadie, dejará sus huellas.
Hace once años y acompañando un DVD con casi dos horas de imágenes, llevé adelante la edición de la que llamé “Guía de Turismo Alternativo del Valle de Punilla” y quedó totalmente agotada. Ahora gracias a Gerardo Coccio titular de la editorial “De Todos los Mares” podemos contar con esta reedición jerarquizada y actualizada por haberse interesado en el proyecto y hacerlo realidad, con una resolución gráfica de excelencia. Por supuesto tengo que agradecer a los senderos y la fortuna de haberlos podido caminar y genuinamente a todos los que me han enseñado en ese tránsito y que son a quienes dedico este libro, “a los que me han indicado el camino”.
En La Cumbre, el lugar en donde vivo, me han acompañado a la presentación de este libro en el Centro Cultural Emilio Caraffa y debo mi agradecimiento en nombre de Francisco Capdevila a la Dirección de Cultura por su apoyo y en nombre de Esther Manco a la Sociedad de Escritores de La Cumbre a la que me da satisfacción pertenecer y por último y especialmente, a quienes se acercaron a compartirlo.
Yo deseo contarles como se construyó este libro. Es decir, en que se basa su contenido, que lo inspiró y hasta me permitiría decir cómo se hace un relevamiento de estas características. Acá están reunidos 20 años de caminar senderos de estas sierras y principalmente del Valle de Punilla. La mayoría de esos recorridos los documentó con su cámara y su sensibilidad Darío Durban autor de la mayoría de las fotos que lo ilustran y Sergio Cepeda para el canal local de televisión. Describo un recorrido acudiendo a un lenguaje que intenta ser descriptivo de los principales accidentes y referencias, de modo que un visitante que sepa “leer” la montaña pueda realizarlo. Por supuesto no se puede describir metro a metro un recorrido pero si hacer mención de sus características o accidentes naturales más notables para orientarse. Yo no utilicé tecnología, no doy puntos de ubicación tomados con un posicionador satelital. Yo escribo lo que veo y acudo a cierto oficio ganado con los años en el tema.
Por eso mis croquis o mapitas dibujados a mano, siguen la línea que además de lo decía sobre un “modo” de describir un recorrido interpretan un “espíritu” que también intento esté volcado en este libro. Estimulo más a los sentidos que al GPS. El editor los respetó y están volcados en estas páginas. Es necesario y así lo hago en las primeras páginas, una presentación del valle y sus accesos, una descripción de la naturaleza de la región, así como las características generales de lo que se ha dado en llamar “turismo alternativo” con recomendaciones sobre el equipo y la alimentación en cada época del año y la calificación que hago de los circuitos de acuerdo al grado de dificultad que presentan.
Luego entramos de lleno a la descripción de los recorridos por localidad y esta edición me ha permitido hablar del proyecto de declarar área protegida a la zona del río Pintos, algo de la escalada técnica en roca en la zona de Mogotes y Paredones en Capilla del Monte e incluir el Parque Nacional Quebrada de Condorito dado la importancia que tiene a nivel internacional. Por último una selección de circuitos está al final traducidos al inglés. Los elementos de esa descripción en definitiva son los que permitan la correcta lectura del paisaje y sus principales dificultades y características. Todo aquello que tenga que ver con la historia de los sitios siempre lo menciono porque agrega valor al circuito. Finalmente cada circuito esta resumido en lo que llamo una “ficha de dificultad” en la que hago mención a las horas normales que requiere y el esfuerzo que yo mismo he clasificado y defino en la presentación. La Asociación Argentina de Guías de Montaña ha tomado como válida esta calificación de los circuitos que describo como fáciles, moderados, fuertes o difíciles.
Sin embargo en el terreno, a veces hay otro idioma y suceden cosas que intentaré ilustrar contando una anécdota. En los tiempos de formación de guías en la Universidad de Córdoba que después iban a ser evaluados por la Asociación Argentina de Guía de Montaña, los alumnos tenían que hacer la experiencia práctica de guiar al resto y nosotros les dábamos pautas generales. Por ejemplo les decíamos que tenían que “subir la ladera de la sierra hasta alcanzar un col, pasar al otro lado y bajar al fondo del valle hasta el río y seguir aguas arriba hasta encontrar un afluente y un sector llano para acampar”. Los instructores nos sumábamos al resto del grupo y nos dejábamos llevar. Pero también les decíamos a los “alumnos guías” que hablaran con la pobladora que vivía un poco más abajo del punto de partida. Lo hacían y le preguntaban cómo llegar a ese punto que le habíamos indicado. Y la mujer les decía “Hay que ir hasta el abra, donde hay un tala, allí abajito a la quebrada hasta la junta y al fondo está la pampa”. Es decir, también hay un lenguaje propio del hombre nativo que hay que saber interpretar. El estrictamente geográfico lo defino en lo que llamo un “glosario”.
Por último, existe otro lenguaje: el de las emociones, algo que claramente es más subjetivo. Esta vez me animé a volcar éstos que podemos llamar poemas y que intentan trasmitir no lo que son los accidentes naturales, sino lo que me trasmiten. En realidad, el solo nombrarlos conforman un hecho poético. Decir que el río corre al fondo del valle, que los horizontes están ondulados por las sierras, que las pircas parecen costuras, que los pastizales en lo alto se mueven como un mar, que las sombras crean formas mágicas, constituye en sí mismo un hecho poético.
Esta geografía que permite llegar sin esfuerzos superlativos a rincones de gran belleza y muchos de ellos todavía no pisados por el turismo masivo, permite además, trabajar todo el año con sus cambios de clima y de tonos en el paisaje. Sin duda ha crecido la demanda de este tipo de recorridos y ha crecido en consecuencia, la oferta que le da respuesta, con guías cada vez mejor preparados y equipados. De la mano de esta realidad, debe crecer también la conciencia del cuidado y del respeto hacia estos paisajes y esta naturaleza que tenemos tan cerca. Todo lo hecho me llevó a una reflexión final: el mirar lo andado hace que no me angustie por los senderos que no caminaré o no conocí, sino que me recuesto en el placer de lo que he andado. Así es la vida. Un sendero.
La escala de estas sierras y por ende sus dificultades, es bastante “humana”. Las condiciones climáticas por su altura y las distancias a centros poblados, hacen que resulte inusual una situación extrema aún en caso de extravío. Esto no debe alentar el error de subestimar este terreno. En los lugares menos transitados, se choca con el monte bajo y espinoso que es realmente un obstáculo serio. Es difícil hallar agua y menos aún en faldeos y filos altos. En los pastizales, es necesario tener precaución con las víboras venenosas: yarará, cascabel y coral. Los elementos naturales ante los que hay que protegerse son el sol y el frío, acentuado este último en el caso de haber fuerte viento. En senderos poco transitados es conveniente dar aviso en las Secretarías de Turismo. Se debe informar de las características del grupo, el objetivo que se plantean y el tiempo estimado en regresar. Esto facilita una eventual acción de búsqueda o socorro. Se hace imprescindible gestionar un permiso de paso en el caso de tener que transitar por propiedades privadas. Es interesante consultar los mapas y tener una ubicación general de la montaña y sus alrededores antes de incursionar en los senderos más apartados. Se debe caminar con lentitud pero de forma continuada y adaptando el ritmo a la marcha del más lento. Siempre hay que salir con el suficiente margen de tiempo que permita regresar con seguridad si es necesario. La zona carece del efecto del apunamiento de forma acentuada. Hay que recordar que la energía que más necesitamos para el tipo de esfuerzo que vamos a hacer, está en los azúcares que, además, tienen una asimilación rápida por parte del organismo. Es conveniente comer liviano y beber pausadamente, en sorbos pequeños, agua no muy fría y todo lo que requiera el organismo.
Los circuitos o paseos en la naturaleza que realizamos, los calificamos en fáciles, moderados, fuertes o difíciles a fin de adecuar el más conveniente a cada grupo.
Son fáciles aquellos que se realizan en 1 hora y media o 2 de marcha y el terreno no tiene desniveles considerables. No requieren de una preparación física particular ni el empleo de equipo especial. Son de acceso y salidas simples y no exponen al grupo a obstáculos de consideración.
Los moderados ya exigen un esfuerzo de 4 a 5 horas en total y el terreno tiene desniveles que suponen otra preparación en el grupo y también una actitud acorde a ese esfuerzo.
Los fuertes están en función de las horas de marcha (6 a 8 horas en total) y están orientados a grupos con experiencia en transitar en este tipo de terreno y los difíciles merecen ese calificativo por las características del terreno y sus accidentes naturales, desnivel, altura, cruce de ríos, vegetación cerrada y otros.
Cerro Uritorco-Puesto de Pavón-Cerro Minas-Cruz Chica
La propuesta es subir por el sendero normal de ascenso al Uritorco, hasta La Pampilla y continuar hacia arriba hasta donde el sendero hace un largo faldeo debajo de un filo y toma a la izquierda para entrar a la parte final del ascenso a la cima. Allí abandonamos el sendero clásico para alcanzar el filo a nuestra derecha y desde lo alto tener la visual de la ladera Este y el valle de ese lado. Vemos el Cerro Minas en frente y, abajo a la derecha, el puesto de Pavón en una nutrida arboleda. Desde el filo del Uritorco se puede bajar claramente al puesto ya que se divisa el sendero un poco tirado a la izquierda. Serpentea en forma suave y luego va hacia la derecha, se cruza el arroyo Quebrada de Huertas Malas y luego el Arroyo de Las Minas, casi en las cercanías del puesto. Esta travesía, requiere de un campamento intermedio y de la gestión de aviso ante Carlos Pavón en el caso de hacer uso de su puesto o bien de caballos para el descenso hasta Cruz Chica.
Al día siguiente, aproximadamente en línea recta desde el puesto, tomamos el sendero que lleva al Cerro Minas. Dejando a la izquierda el cauce del Arroyo de Las Minas, alcanzamos la base de la ladera que es la más escarpada y está orientada al Sur. Hacia la derecha, se encuentra el muy antiguo puesto “de los mineros” también propiedad de Pavón y que fuera utilizado en la explotación de wolfrang, la principal riqueza mineral de este cerro. Hay que ir hacia la izquierda y ganar altura para realizar el ascenso por la cara Norte siguiendo la línea de su filo hasta la cumbre de 1830 m de altura. La bajada, se puede hacer por la cara Sur que es más empinada. Habiendo coordinado esto previamente, es posible volver a caballo desde el puesto por el antiguo camino que termina en Cruz Chica y tiene 27 kilómetros de extensión.
Ficha: Del filo al puesto se tarda una hora y media. El primer día es una jornada de al menos 4 horas y media. Del puesto a la base del Cerro Minas se emplea media hora. El ascenso y la bajada lleva un total de 2 horas.
Está en el aire
en los huecos de la piedra
en el calor que abunda
en las espinas.
Se queda en las barrancas de tierra
en la soledad del hombre
y de los perros.
Allí está la leyenda
que se llevan los cóndores
hasta lo alto
y la dejan caer
por los salvajes
saltos de agua.
El camino a El Hueco, lo tomamos a la altura del balneario Aguas Azules en Capilla del Monte. Hay una tranquera de acceso que deja a la derecha la casa de la familia Argañaraz. El camino conduce hasta el puesto principal de la estancia. Se nota desde lo alto, un llano muy marcado, un verdadero “hueco” rodeado de montañas que es lo que ha dado el nombre al lugar. En cuanto a las cascadas, para ir a su encuentro la marcha se inicia bajando las aguas del llamado Arroyo del Medio que nace allí como apenas un hilo de agua y va ganando caudal con el aporte de afluentes hasta originar el salto de agua que es motivo de este recorrido. Seguimos el curso del arroyo con un rumbo aproximado hacia el Suroeste. La primera parte corre encajonado entre altas barrancas de tierra y luego por un terreno de grandes bloques al tiempo que aumenta la vegetación baja y cerrada y dificulta la marcha. En un punto donde se ve otro brazo, hay que seguir el de la derecha, buscando sortear la vegetación y largas piletas naturales. Por el encastre de enormes bloques, se ha formado una suerte de “cueva” invadida de helechos gigantescos y luego, una especie de “cajón” que por una decena de metros embalsa el agua del arroyo y anticipa, a su salida, la cercanía de la caída de agua hacia la abrupta quebrada. Al superar un alambrado, se ingresa a la propiedad “La Fronda”. Hasta la cascada, se tardan unas 3 horas, superando un terreno trabajoso y exigente sin senderos claros y metidos en la vegetación en varios tramos del recorrido.
Una vez en la cascada iniciamos el descenso con rappeles y utilizando anclajes naturales. Hay que tener mucho cuidado al transitar sectores de lajas sueltas y con el roce de la soga en algunos extraplomos y su recuperación. Finalmente se alcanza un punto de vivac, privilegiado por la protección de un enorme bloque, arena para las colchonetas y leña para cocinar. Hay que superar unos 70 metros de paredes verticales y otros 50 de desnivel hasta el cauce del arroyo, lo que hace unos 120 metros desde el inicio de la caída. Desde allí caminamos una hora para salir al camino del Pintos frente a la entrada de la Estancia La Fronda y 12 km para llegar al vado. La quebrada por donde corre el arroyo que viene de El Hueco hacia el Río Pintos, también se conoce como Quebrada de las Trancas y el mismo se le da al arroyo. Se le llaman “trancas” a las trampas que el poblador le pone a los pumas en los cercos de ramas, dejando un “paso” por el cual el “león” se confía a saltar sin sospechar que al oro lado está la trampa. Otros nombran al arroyo como “Arroyo del Hueco”.
Ficha: Es un circuito fuerte si se hace en un solo día, lo recomendable es un campamento en El Hueco. Por supuesto esto se atenúa si hasta El Hueco se accede en vehículo. Requiere autorización para el ingreso. El recorrido hasta la cascada, aconseja ropa fuerte y machete. Es para gente con experiencia en las maniobras de descenso con cuerdas.